miércoles, 6 de octubre de 2010

martes, 5 de octubre de 2010

Con mi gratitud para todos

Al culminar esta solemne Eucaristía de Acción de Graciasme siento obligado a poner unas notas de reconocimiento y gratitud en este emotivo acto que tanta ilusión ha supuesto para mi. Sea mi primera nota un himno de gloria y alabanza al que es "Señor de la Ciencia". Siempre he caminado por el sendero luminoso de la fe en Jesucristo y en la Iglesia para formar personas en plenitud, comprometidas con el mundo y abiertas a la Transcendencia. La Virgen maría, "Trono de Sabiduría" fue siempre para mi la madre Solícita en las alegrías y en las penas, en los gozos y en las esperanzas.



El camino de estos cuarenta años de mi carrera docente ha sido variado en acontecimientos, personas y lugares. Un día perdía a una madre inigualable que me dejo el testamento más precioso en mi primer destino: "hijo, en tu trabajo, pon siempre tu corazón". Numerosos han sido los profesores compañeros con los que he compartido la tarea docente de cada día. Su presencia hoy es gratificante para mi. De ellos he aprendido el sentido de su solidaridad, el respeto a la pluralidad de ideas, la compresión sincera y el respeto mutuo.
He recorrido como misionero de la enseñanza parte de la geografía de nuestra provincia: Alcaudete, Jaén, Belerda, Quesada, y Jamilena. En sus centros escolares se han formado cientos de niños, niñas y adolescentes y adultos. Hoy, son padres de familia, universitarios, profesionales, hombre de la cultura y de la empresa. Los niños y niñas aquí presentes son la semilla y esperanza del futuro. He pretendido siempre en mi trabajo ser fiel a la puntualidad y al esfuerzo, abierto con predilección hacia los más débiles. Todos están muy presentes en mi corazón.
En este reconocimiento festivo ocupan un lugar, ciertamente relevante, mi familia y mi pueblo. Mi familia siempre cercana y cariñosa, fiel a sus tradiciones, amante y celosa de una sólida religiosidad. Mis padres ya desaparecidos nos contemplan desde la otra orilla en la esperanza del último encuentro.
Mi pueblo, este pueblo de Jamilena, siempre inseparable de ni vida en su historia más reciente, entona el Magnificat del gozo compartido. Su sierra, sus campos, sus casas, su iglesia y, sobre todo, sus gentes seguirán siendo para mí el centro ilusinado de nuestra convivencia de cada día.
Como una familia más y como una porción de nuestro pueblo están aquí mis amigos y amigas muy presentes, que en gran número se ha unido a esta anhelada celebración. Los vínculos de afecto entre nosotros han sido siempre firmes y solidarios.
Pongo, finalmente, uan especialísima nota de gratitud en este emotivo concierto a los sacerdotes concelebrantes en tan solemne Eucaristía:
  • A nuestro párroco, D. Antonio Pozo, por su actitud acogedora y por sus palabras generosas, sinceras y oportunas.
  • A los sacerdotes, amigos de siempre , venidos de Jaén y de Córdoba. Su amistad ha sido en todo momento para mi luz y discernimiento.
  • A los padres trinitarios que me hicieron con su hospitalidad peregrino estabel en el Santuario de Sierra Morena. Allí, a los pies de la Virgen de la Cabeza ha pronunciado mi última lección como Maestro ante un grupo cualificado de alumnos. A Ella, como Mediadora de la Gracia, el he pedido permanecer siempre en su amor.




Al alcanzar la meta de mi Jubilación me congratulo con todos vosotros, porque la Jubilación es conquista , realización, llegada y posibilidades prometedoras; porque la Jubilación nos hace reconocer que el pasado ha sido valioso, que el presente es siembra prometedora, que le futuro es un horizonte de ideales.
La antigua Sabiduría nos enseña que para ser felices son necesarias tres cosas: algo que hacer, alguien a quie namar y siempre esperar.



En esta definitiva andadura de mi existencia terrena confiaré siempre en el Señor porque nunca sabremos concretamente lo que va a suceder. Dios sabe, se interesa y nunca se jubila se su amoroso trabajo. Por esta razón cuento con un amigo que nunca falla: Nuestro Padre Jesús y con una Estrella que ilumina mis pasos: nuestra Madre y Patrona, la Virgen de la Natividad.
Jamilena, 30 de junio de 2007.